Antes que nada, daros las gracias por esas 2000 visitas que llevamos en el blog, ya que para Esther y para mí, supone un verdadero orgullo saber que haceis un huequecito para leer nuestro rincón. Yo he de reconocer que lo he dejado un poco de lado, porque por circunstancias laborales y personales no he podido escribir, pero bueno, hora de retomarlo.
Esta mañana me he encontrado con mi amiga Vicky, a la que hacía bastante tiempo que no veía y nos hemos contado nuestras novedades. Inevitablemente la he preguntado por Iván, y como siempre le han brillado los ojos hablándome de él.
Os cuento la historia, porque aunque no tiene final feliz, me parece preciosa para contarla.
Todo comienza en abril de 2009, cuando ella, yo y otros cuantos más, entramos en una empresa aeroportuaria a trabajar. Vicky y yo en seguida conectamos, porque tenemos muchas cosas en común, como que las dos queremos marcharnos de España, y porque es una chica que contagia su sonrisa a cualquiera, amiga de sus amigos, y llena de energía. Cuando estábamos en un embarque, conocimos a Iván, un chico del norte de España, de preciosa sonrisa, profunda mirada escondida tras unas gafas de sol, y vitalidad, que inmediatamente supo que eramos nuevas porque se ofreció para ayudarnos en aquel embarque, que de no llegar a ser por él, hubiera sido un completo desastre.
En cuanto terminamos el embarque, Iván se despidió de nosotras con amabilidad y se fue. yo me volví hacia Vicky, para decirle que menos mal que ese chico nos había ayudado, y ya pude ver el brillo en sus ojos y el rubor de sus mejillas. La miré sonriendo, porque no hacía falta que me dijera porqué había reaccionado de esa manera.
Los días se iban sucediendo, y siempre que Vicky y yo coincidíamos, la notaba una sonrisa especial cuando se había encontrado con Iván en alguna puerta de embarque, y al final me confesó que ese chico le había gustado nada más verle, pero que no iba a acercarse a él, porque se había enterado de que él tenía novia.
Vicky siempre me convencía para ir a las fiestas que hacía la empresa, y yo accedía porque me lo pasaba genial con ella y el resto de compañeros. Siempre que llegaba Iván, acompañado de Andrés, otro compañero de su departamento, Vicky ya se empezaba a poner nerviosa y a no saber donde meterse.
-Vicky, tranquila, vete a saludarle aunque sea- le decía yo.
-¿Para qué? si el no sabe ni que existo- me decía ella
Yo veía que aunque Vicky disfrutaba de las fiestas con nosotros, siempre miraba de reojo para donde estaba Iván con su cerveza, y volvía la cabeza disimuladamente cuando alguna vez cruzaban sus miradas.
Ese mismo verano, Vicky inició una relación, que aunque se enamoró, tuvo muchos más dias grises y lluviosos que soleados, y pese a que ella intentaba ser la misma persona optimista y feliz de siempre, a mí no me podía engañar, y consciente de ello un día me lo confesó:
-Vir, mi relación no me va bien, porque tengo un novio que no me hace ni puñetero caso, y solo sonrío en los ratos que estoy con vosotros, y en los momentos en los que veo a Iván, porque cuando estoy mal no puedo evitar pensar como será el sabor de sus besos, la calidez de un abrazo suyo, o simplemente compartir con él un café.
Yo siempre la escuchaba y la aconsejaba lo que pensaba que era lo mejor para ella. Nuestros embarques parecían el Diario de Patricia, porque entre pasajero y pasajero, era donde nos contabamos nuestras cosas.
Un día nos encontramos con Pedro, uno de los compañeros de departamento de Iván, y le preguntamos por el, porque hacía bastante tiempo que no le veíamos.
-Hola Pedro! ¿sabes algo de Iván? Es que hace mucho tiempo que no le vemos.
-ojú chicas, ¿pero es que no sabéis que Iván se ha ido con Inés a Inglaterra?
En ese momento, yo pensaba que Vicky se iba a echar a llorar, pero mientras Pedro estaba con nosotras, aguantó la compostura. Al terminar el embarque e irse Pedro, Vicky se derrumbó en mis brazos y lloró como nunca la había visto hacerlo.
-Se ha ido- Me decía entre sollozos
Yo no sabía que decirle para consolarla, así que como amiga, la abracé y luego la acompañé al baño con mi estuche de maquillaje para que se arreglara un poco la cara, ya que seguíamos trabajando.
A los meses, se nos acabó el contrato y Vicky y yo empezamos a trabajar en diferentes compañías aéreas, pero siempre seguíamos en contacto.
Un día, recuerdo que estaba echandome la siesta, cuando me llamó Vicky para decirme loca de alegría, que Iván le había agregado al Facebook. Yo me reía, ya que eso era conformarse con muy poco, y me dijo que iba a aprovechar para preguntarle por privado como estaba la vida en Reino Unido, porque así mataba dos pajaros de un tiro: Se informaba para empezar a mirar cosas para salir de España, y forzaba la primera conversación con él.
Estabamos tomando algo las dos, cuando le sonó el móvil, y al dibujarsele una sonrisa enorme en su rostro, me imaginé de quien era el mensaje: ¡¡Iván le había contestado!!
Después de esa conversación, los dos empezaron a hablar de fútbol, ya que al igual que yo, Vicky e Iván son grandes aficionados a este deporte, comentarios sencillos para felicitarse por las victorias de sus equipos respectivos, y animarse cuando sendos equipos perdían. Vicky me decía que todo apuntaba a que él ya no tenía novia, así que un día que las dos nos fuimos de fiesta, y nos tomamos un par de mojitos, Vicky se decidió a escribirle un privado a Iván en el que le confesaba que él era su amor imposible desde que le conoció en aquella puerta de embarque. Al terminar ese mensaje me lo enseñó:
-Mira Vir, parece que le he escrito la Biblia, ¿qué te parece?
-Creo que has sido muy valiente, ya que llevas guardándotelo mucho tiempo.
Debido a que estábamos ya cansadas, la acerqué a su casa, y luego ya me fui yo a la mía.
A la mañana siguiente tenía tres llamadas perdidas de Vicky, la llamé nada más ver las llamadas, y me dijo bastante emocionada que Iván la había respondido al mensaje, y lo más sorprendente de todo es que le había contestado, que para él, ella también era especial, y que pronto, aprovechando que tenía que hacer cosas en Madrid, se verían.
En los meses posteriores, Vicky no se separaba del móvil esperando a recibir el mensaje privado de Iván contandole su día. Vicky tenía planeado hacer un viaje a la ciudad de Iván, aprovechando que muy cerca de allí vivía una amiga suya de la infancia. Era una mala época para Vicky, ya que pese a la felicidad que sentía por saber de Iván casi a diario, la relación que ella tenía, se había terminado definitivamente, porque se había cansado de ser invisible y de los desplantes de su pareja.
Pocos días antes de hacer el viaje que tanta ilusión la hacía, Vicky tuvo que cancelarlo, ya que a última hora tuvo que llevar el coche al taller y no podía permitirse el gasto de irse fuera unos días.
Días después, las conversaciones con Iván fueron disminuyendo, hasta tal punto que ya dejaron de hablar.
Unos meses después, Vicky me llamó, diciendome que los de la empresa habían quedado para tomar algo, y me dio pena no haber podido ir por motivos de trabajo. Al día siguiente vino a mi casa con los ojos llenos de lágrimas, para decirme que se había enterado por Pedro, de que Iván había vuelto con su novia. Yo le dije que era lógico, ya que les separaba una distancia de tres horas de avión. A partir de ahí, Vicky intentaba escribir a Iván, pero siempre borraba el mensaje para no enviarselo.
-Vir, no puedo escribirle, ya que jamás me he metido en medio de nada, y jamás lo haré. Quiero que sea feliz con ella.- me decía ella.
-Haces bien, Vicky, seguro que pronto encuentras a alguien que te haga olvidarte de Iván.- le respondía yo.
Cuando me desperté en año nuevo, tenía tropecientos Whatsapp de mi gente felicitandome el año, uno de ellos era de Vicky, contándome además que había recibido un mensaje de Iván felicitandola y que ella le había respondido.
Seguimos hablando, ya que ella y yo tenemos la ilusión de irnos fuera de España a trabajar, y estamos mirando cosillas. Esta mañana tomando un café con ella, me ha dicho que Iván y ella han vuelto a escribirse de vez en cuando, y noto como la brillan los ojos cada vez que me habla de él. Ella sabe que no va a pasar nada, no ha vuelto a decirle nada de sus sentimientos hacia él, solo hablan como amigos que hace mucho que no se ven, de hecho Iván, nos ha ofrecido su ayuda preguntando en empresas de donde él vive como van las cosas, y si siguen cogiendo gente.
-Vir, ¿qué hago? ¿sigo mi ética o me guio por lo que me dicta el corazón?
Yo lo único que la digo es que deje pasar el tiempo, que es el que pone todo en su sitio, que si tiene que pasar algo, pasará, y que si no tiene que pasar, le seguirá teniendo como amigo.
Perdonad que haya redactado este testamento, pero es una historia que me emociona, porque aunque de la parte de Iván no se mucho, porque jamás le he preguntado por Vicky, admiro como ella sonríe desde 2009 de esa forma tan especial cada vez que escucha algo sobre él.
Vir Gavilán Mendes-Cardoso