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lunes, 2 de septiembre de 2013

Aquella princesa...


Hoy ví algo que me hizo pensar, ví a una niña en la piscina, andando feliz con un vestido de su madre que le quedaba enorme, un collar y las chanclas siete números mas grandes que su pie, sonreí al ver la sonrisa de esa niña, y tumbada en la toalla empecé a recordar….

Que fácil era todo siendo mas pequeña, cuando con una sábana debajo de los brazos cogida con una pinza teníamos un vestido que arrastraba y subidas a unos zapatos de nuestras madres, nos sentíamos unas princesas de cuentos, no necesitábamos mas, que ver como arrastraba detrás de nosotros la sabana, como mirándonos al espejo solo veíamos algo perfecto…
Ahora con el paso de los años te das cuenta que hay días, o quizás temporadas que no encuentras esa princesa, por muchos tacones, vestidos o maquillajes que pongas sobre ti. Quizás ahí teníamos la felicidad, en la ignorancia de pensar que una simple sábana nos podría convertir en princesas.

Esa misma niña es parte de nosotros, con las mismas ilusiones, con la misma sonrisa, pero tan llena de heridas por dentro como de años cumplidos.

Pasa el tiempo, y vas comprendiendo las leyes de la vida:
-          Vas entendiendo que los cuentos solo son motivos para hacer la vida más esperanzadora.
-          Que los príncipes a veces existen, aunque no venga a caballo.
-          Que la banda sonora de tu vida, son miles y miles de canciones que te traerán buenos recuerdos o recuerdos de nostalgia.
-          Que hermanastras hay muchas, a veces las ganaras y otras te ganaran.
-          Que no necesitaras tacones para pisar el suelo con fuerza.
-          Que toda apuesta con el corazón siempre dejará metralla dentro.
-          Que los que creías inseparables terminan más separados que nunca, los que creíais que no fallarían fallan mas que nunca, y de los que no esperas nada, son los que siempre te sorprenderán.

Tantas y tantas leyes, es el paso de niña a mujer, es el paso de pasar de princesa a mujer valiente y que camina con seguridad, pero no es malo mirar hacia nuestro interior y recordar aquella niña, aquella princesa, aquellos sueños.

Antes nos moríamos de ganas por llenar esos vestidos, por llenar esos tacones, por usar esa barra de labios que se olvidaba nuestra madre en el baño ¿y ahora? Ahora son el escondite perfecto para cubrir a una mujer insegura, quizás cargada de días malos, de heridas, pero que con una barra de labios y una sombra de ojos, es capaz de camuflar una noche entera de lágrimas contra la almohada.

Si algo he aprendido de la sonrisa de la niña de esta tarde, y de la que veo en el espejo, es que a veces la sonrisa más bonita, es la que mas heridas esconde, pero es lo único que sobrevive al paso de vivir la vida.


 



…Me pregunto si algún día
al mirar al espejo volveré a
ver aquella princesa…







^Esther^


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