El
amor es como una cesta que se sujeta entre las manos de dos personas, las
nuestras y las de la persona que queremos. Y en ella vamos depositando miles de
recuerdos, momentos, caricias, palabras, acciones, miedos, inseguridades…
Hay
cosas que son más livianas, más ligeras y que no aportan peso a la cesta pero
sí sumarán en toda su esencia. Es fácil y sencillo llenarnos de buenos
recuerdos. Impregnarnos de momentos felices vividos al lado de esa persona. Esas
cosas que nos hacen volar pero que no nos cargan de peso. De las que nos
gustaría llenar miles y miles de cestas y de las que nunca nos sacian.
Pero
como todo lado bueno, la cesta también pesa cuando la cargamos con inseguridades,
miedos, discusiones o recuerdos no tan gratos. Ahí es cuando si la fuerza no se
da por los dos lados, una de las partes soportará más carga que otra. Y eso no
suele durar mucho tiempo, porque una de las partes se cansará de soportar todo
el peso y nuestra colecta de amor se volcará.
Es
tan importante saber vivir con lo bueno, como con lo malo que toda persona
tiene. No es cuestión de ser mas fuerte o mas débil, es cuestión de ganas, de
ser capaces de soportar juntos el peso. Nadie es perfecto. Pero, quizás, no sea
la perfección lo que buscamos en la otra persona, si no que nos haga sentir
perfectas en este mundo imperfecto.
Todo
detalle marca diferencia, pero no todo detalle debe ser decisivo en una
decisión. Valoramos más lo malo que nos
hagan, digan o sintamos porque nos hiere mucho más. Nos marca mucho más, pero…
¿Qué pasa con los buenos momentos? ¿Qué pasa con esos detalles que están en la
cesta aunque no notemos su peso? Deben contar por igual aunque ésos no sean una
carga. Aunque no notemos su peso, deben tener la misma importancia, por lo
menos deben ser dignos de formar parte de la decisión que tomemos o del modo en
que pensemos de esa persona.
Nada
hay perfecto en la vida, solo nosotros decidimos qué lo es y qué no. ¿Acaso una
flor sin un pétalo es menos perfecta que otra que los tenga todos? ¿O es más perfecto un día de sol, que un día
nublado o lluvioso? ¿Verdad qué no? ¿Qué sería de esos días nublados y
lluviosos de invierno que compartimos una película, un sofá y una manta con esa
persona que queremos? ¿O de esos días de sol que disfrutamos riendo con un
amigo sentados en un parque?
Yo
estoy llena de defectos, de imperfecciones, de cosas malas que pesarán en esa
cesta y de cosas buenas que pueden no pesar, pero no busco alguien perfecto que
solo me aporte buenos momentos, busco alguien que me complete, alguien que sea
capaz de soportar la carga de lo malo y capaz de soportar la carga de lo
bueno…. Eso busco yo.
No
es solo aplicable al amor, es aplicable a todo: a la amistad, a la familia... Nos
pasamos la vida soportando cargas sin valorar esos momentos que, aún en nuestra
cesta, no nos pesan. Sin embargo, no tienen
la misma importancia porque no cargamos con ellos. Pero están. Los tenemos y
debemos pararnos de vez en cuando a mirar la cesta. Mirar lo que llevamos
andado y vivido. Y sonreír, cargar pilas, respirar y volver a coger nuestra
cesta con más fuerza y ganas que nunca.
Tengo
la cesta. Me faltas tú. ¿Con qué empezamos nuestra colecta?
^Esther^
Es un post de esos que hacen pensar. La cesta es el corazón y debemos decidir a quién llevamos con nosotros en ese viaje llamado amor. Besos, Joana
ResponderEliminarMuchísimas gracias Joana, me alegro de que mis artículos te hagan pensar, espero poder seguir haciéndolo ;)
ResponderEliminarEsther
Yo mi colecta la quiero empezar dándote todo mi amor,cariño,amistad y lo que necesites porque te mereces que en tu cesta haya cosas buenas y tirar las malas.Asi que en nuestra cesta la primera cosa que pongo es mi corazón para tí!Te quiero.
ResponderEliminarains gracias tesoro, no sabes el bien que me hacen tus palabras. muuackk te quiero!
Eliminarde verdad?porque!!!!!muaaa yo más
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