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domingo, 10 de febrero de 2013

Cicatrices


Todos tenemos cicatrices, no solo físicas, si no de las que quedan dentro de nosotros por siempre, de las que se forma nuestro pasado, de las que duelen cuando miramos a tras, o esas que nos recuerdan el precio de los errores que cometimos.

Comparo las cicatrices con los recuerdos, aunque estas primeras solo quedan cuando hubo heridas, mientras que los recuerdos pueden ser buenos o malos, solo depende de los que elijamos rescatar en ese momento de nuestra memoria.

A veces pienso que somos masocas, cuando al igual que pasamos despacio y lenta la yema de nuestro dedo por una de nuestras cicatrices, volvemos al pasado para recordar y vivir por un momento aquello que tanto daño nos hizo al final, pero que también nos hizo sonreír, buscando quizás un poco de calor en el recuerdo, buscando como un sitio donde una vez nos sentimos capaces de todo.



Me pregunto muchas veces, ¿Necesito hacerme daño para sentirme mejor? O quizás solo lo necesite para darme cuenta y comprender que a veces el sufrimiento no es necesario si fuera capaz de ver las cosas desde otra perspectiva, y valorando y viviendo solo y únicamente el día a día.

Pero yo lo necesito, a veces necesito acurrucarme en esas cicatrices, volver a descoserlas y entrar, aunque duela, aunque haga daño, pero volver a sentir esas cosas buenas que me aportaron en un momento, volver a sentirme… de aquella forma. Y aun sabiendo el esfuerzo que me supone componerme después de todo eso, soy incapaz de dejar de hacerlo, y lo hago cuando peor estoy, porque es cuando mas lo necesito, aquí no hay lógica, ni sentido, porque no lo tiene, quizás solo intente tapar un arañazo abriendo una cicatriz mas grande, quizás porque así alivie el dolor del presente recordando que en un pasado fui capaz de superar algo mayor.

Al fin y al cabo, el pasado, sus heridas y sus sonrisas son parte del libro de nuestra vida, y a veces es necesario volver a las paginas de atrás para encontrar sentido al presente, para ver los errores cometidos, para ver como podemos afrontar las cosas hoy, pero sobre todo, para que veamos que lo que en un momento puede ser una losa, con el paso del tiempo solo es una piedra mas en nuestra mochila.

^Esther^

martes, 5 de febrero de 2013

La casualidad...


A principios del mes de octubre del 2009, leyendo la revista Muy Interesante, leí un artículo sobre la atracción que pueden sentir dos personas, el artículo terminaba así:

"Cualquiera, un día, llenará un espacio con su presencia, sonreirá, moverá las manos, tomará lentamente un sorbo de su copa y alguien, en un rincón, le contemplará fascinado"
(Pilar Varela)

Esa frase se me viene hoy a la cabeza, todos hemos tenido momentos de recuerdos donde nos vienen a la cabeza sensaciones y momentos de un tiempo pasado, nos paramos a pensar como han terminado las cosas porque es con lo que nos quedamos, pero… ¿recordáis como empezó todo lo que un día terminó? ¿Donde y como conocisteis a ese amigo/amiga que hoy es inseparable?, ¿Cómo empezó todo con aquel chico/chica que conociste y te cambio la vida (para bien o para mal)?

Pues así empieza todo: de casualidad.

A veces buscamos forzar situaciones, buscamos exprimir momentos por miedo a no tener tiempo de volver a vivirlos con esa persona, pero… todo lo mejor, siempre, llega de la manera mas inesperada, cuando ya hemos dejado de creer, cuando ya no buscamos, es entonces cuando somos encontrados y cuando la fe vuelve a nosotros, así, por casualidad.

Hasta los peores momentos, la situación mas incomoda, el momentos menos inesperado, es una oportunidad de conocer a alguien, es la oportunidad de conocernos a nosotros y de cambiar aspectos que creíamos fijos en nuestra vida, en nuestro día a día, y ahí es cuando todo empieza a cambiar, cuando absorbemos lo que nos gusta de esas personas que empiezan a compartir nuestra vida, cuando nos damos cuenta que las cosas no son como creíamos, y nos vamos formando como personas, nos vamos formando con buenos momentos y con decepciones, pero la casualidad, es quien nos forma, quien nos enseña, y sobre todo quien nos recuerda que hasta lo mas inesperado puede dar un giro a nuestra vida de 180 grados.

Me pareció muy interesante esta terminación del articulo, (la recuerdo porque todavía tengo esa frase guardada junto con la fecha del día que lo leí) porque es verdaderamente real, nunca debemos de perder ni la esperanza ni la ilusión, estamos rodeados de personas, y nunca sabemos quien desde el otro lado nos puede estar mirando, por lo que... no olvidéis sonreír siempre, no olvidéis que lo que hoy os puede parecer gris, mañana de un golpe de casualidad puede cambiar de color, pero para que todo eso se dé, debemos estar en el lugar y momento previsto. Todo pasa por algo, para bien o para mal.



Seguro que ahora estas pensando, como de casualidad, aquel día pasaste por una calle que no debías y te reencontraste con aquel amigo que hacia años que no veías, o como aquel día enfadado con tu madre por tener que ir a comprar la conociste, o como aquella noche aburrido te metes en un chat y conoces a alguien que cambia tu vida….. ¿Casualidad, destino, suerte? No lo sé, pero hay que estar para encontrarla, yo, ya espero a la mía.

^Esther^

"te llamo, ya sabes que estoy aquí para lo que necesites"

Bueno, pues voy a hacer otra visita a este particular rinconcito, al que considero como mi particular confesionario, y en el que expongo todas esas reflexiones que me vienen a la cabeza para compartirlas con todos aquellos que os animéis a hacernos una visitilla.
En esta ocasión, voy a analizar una frase que se la he escuchado a mucha gente y que yo misma la digo.
"Te llamo, ya sabes que estoy aquí para lo que necesites"





La decimos de corazón, por lo menos en mi caso, pero si nos paramos a pensar, esas palabras muchas veces quedan como papel mojado.
Hay veces que no es por no sentirlas, sino por la dejadez que tenemos, porque anteponemos situaciones laborales, del hogar, y las personas a las que en ese momento tenemos más cerca, y porque pensamos que a esa persona que se la decimos la tenemos segura, y que por mucho que pase el tiempo sin hablar con ella, cuando volvamos a encontrarnos, esa amistad seguira intacta y tan fuerte como siempre, pero no siempre llegamos a cumplir estas palabras tal y como nos gustaría.
Pero no, señores, la amistad al igual que cualquier relación, hay que cuidarla, momento a momento, día a día. Evitar anteponer el pensar en nosotros mismos y pensar en ese amigo que nos ha tendido la mano en el momento que nosotros le hemos necesitado, y dejar de lado todas esas excusas que nos ponemos para decir "mañana le llamo" y llamarle en ese momento porque nos apetece saber de él.
No hay nada más doloroso que encontrarte un día con que esa relación se ha enfriado, y que la confianza ya no es la misma, y que por anteponer el "yo", has decepcionado a una de las personas más importantes de tu vida, alguien con el que has compartido tantos momentos, tantas cosas malas, que a su lado las compartías con una sonrisa, y tantas cosas buenas que eran mejores porque las celebrabas con esa persona.



Lo peor de todo es que casi siempre todo eso pasa sin darnos apenas cuenta de ello, y por eso el golpe que nos llevamos es más duro, porque pensamos que hacemos las cosas bien. Sin embargo, tenemos que pararnos a pensar, repartir el tiempo entre toda esa gente que nos quiere, demostrarles cada día que es recíproco, no dejar para mañana la llamada que podamos realizar hoy, y esforzarnos por demostrarles lo importantes que son para nosotros.
Es muy sencillo decir eso de "que bueno soy, yo pienso en los demás", pero claro, no basta con decirlo, tenemos que hacerlo antes de que sea demasiado tarde y perdamos a las personas que nos importan, y lo que es peor todavía, por nuestra propia culpa.
Todos tenemos momentos en los que lo único que nos apetece es encerrarnos en nosotros mismos, o sencillamente estamos ocupados con otras cosas, pero hoy en día con todo lo que ha avanzado la tecnología y la comunicación, ya no hay excusas. Hagamos esa frase realidad, y demostremosle a nuestra gente que son únicos, que les queremos, que gracias a ellos los malos momentos son más llevaderos, y los buenos, a su lado son mejores aún si cabe. Hablemosles con toda confianza de las cosas que nos gustan, de las que no, y si tenemos que pedir perdón, pidamoslo sin reparo y haciendo todo lo posible por subsanar el error cometido, ya que todos somos humanos y, queramos o no, muchas veces nos equivocamos, y utilizar todos esos errores para aprender de ellos y que nos hagan más fuertes.


Vir Gavilán Mendes-Cardoso